Lo de los sobres es indignante, es humillante, es para cabrearse. Sobres blancos y sobres negros.
Mi nomina es de 860 euros mensuales, ocho horas diarias de trabajo, mujer (tres años en paro) y dos hijos de 15 y 12 años, lo justito para mantenernos con puchero y tortilla de patatas, lo justito para pagar la luz y el agua y aún así somos una familia de las que nos podemos sentir afortunada porque aún no estamos al borde de la exclusión social, aún tenemos techo y podemos comer.
Pero cuando me entero de lo de los sobres (blancos y negros) y de los lanzamientos por impago de hipotecas, por impago de alquiler, de las colas en el Pan Nuestro, me dan ganas de echarme al monte como lo hizo mi abuelo.
Sobres blancos, inútiles, que no dicen nada, con foto a todo color, papel satinado, vacíos salvo de publicidad egocéntrica, pagados con mis impuestos, con el IVA de mi barra de pan, con mi tasa de basura y sobres negros con cinco mil o diez mil, con el sudor que me roban, de comisiones, de la rapiña, del futuro de mis hijos. Son los sobres de la humillación.
Cuanto hijo de la gran puñeta.
Por favor, publicarme esta nota y esta foto, que les llegue como una bofetada. Gracias.
